Durante buena parte de mi vida he podido participar en procesos juveniles que me han permitido darme cuenta de que la paz se presenta en lo cotidiano, en el día a día. Por ello, es un fenómeno que se da en el intercambio de experiencias con las demás personas que rodean mi entorno, sin omitir a ninguna. Es como un círculo del que todos participan y donde cada mirada es vista, en el que conviven pensamientos opuestos que se nutren entre sí y se posibilitan devenir. El círculo es un lugar en el que a nadie se le da la espalda y del que todos están invitados a participar, incluso el espectador.